Las incapacidades prolongadas suponen un alejamiento prolongado del trabajo con importante repercusión económica para el sistema productivo, las empresas, el sistema de protección social y sanitaria y en costes para el trabajador. Son una dificultad intrínseca al retorno saludable, eficaz y permanente. La incapacidad prolongada es una merma en la calidad de vida de los trabajadores, supone un riesgo de convertirse en permanente y de perder el trabajo.
Se precisa establecer de políticas de retorno al trabajo en materia de seguridad social, que posibiliten el que el trabajo no sea causa de enfermedad, tanto en su génesis como en las recaídas, que el trabajo se realice en condiciones saludables y que tras bajas prolongadas el retorno laboral sea saludable, efectivo, estable y continuado en el tiempo. Un sistema de protección social como es el sistema de seguridad social precisa de políticas que fomenten el retorno al trabajo, y más en este colectivo que ha sufrido un largo proceso incapacitante, adquiriendo una nueva situación de riesgo por la enfermedad para el trabajo y por el trabajo por la enfermedad padecida y comportando un mayor riesgo de un retorno no saludable ni duradero.